La Actividad Física, el Ejercicio Físico y su Relación con la Salud




MsC Ángel Díaz
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio
Núcleo Anzoátegui


La Actividad Física, el Ejercicio Físico y su Relación con la Salud

     Salinas (2005), define la actividad física como: “el movimiento del cuerpo humano que aumenta el metabolismo más allá del metabolismo basal. De tal forma que cualquier movimiento corporal producido por los músculos que provoque un gasto energético sustancial no planificado en duración e intensidad”. (p. 17).
     Posteriormente este mismo autor señala que: “en contraposición el ejercicio físico expresa la actividad que implica el planeamiento estructurado, repetitivo y dirigido hacia un fin u objetivo en el mejoramiento de la aptitud física”. (p. 18).
     Desde esta perspectiva la actividad física y el ejercicio físico se fusionan cada vez más en su conceptualización, de tal forma que con mayor frecuencia veremos descrito uno por el otro, ya que ambos conllevan de forma implícita un gasto energético
     En su precepto el ejercicio físico se relaciona con entrenamiento corporal dirigido al rendimiento deportivo, en contraposición a la actividad física que representa el potencial del organismo para enfrentarse a los retos de la vida desde el punto de vista físico concerniente con la salud y la calidad de vida.
     De forma que no es lo mismo la condición física que requiere una persona para mantenerse saludable que la que precisa un deportista de alto rendimiento, distinguiendo de esta manera dos tipos de condición física, una relacionada con la salud y la otra relacionada con el rendimiento deportivo.
     Por consiguiente Ros (2008), formula la relación que existe entre las capacidades físicas y la salud son:
En el ámbito de la salud son tres las capacidades físicas fundamentales, la resistencia aeróbica o cardiovascular es el pilar de todo programa de actividad física por el producto de las adaptaciones metabólicas, cardiovasculares y cardiorespiratorias, para soportar la fatiga durante esfuerzos prolongados y propiciar la recuperación rápidamente una vez finalizado el esfuerzo físico, la fuerza muscular es determinante en la capacidad para generar tensión muscular productora de movimiento  y la flexibilidad como responsable de la movilidad en toda su amplitud de las deferentes articulaciones del cuerpo, que promueve la adecuada extensibilidad de la musculatura del cuerpo. Capacidades imprescindibles para el buen funcionamiento del aparato locomotor, sin olvidarnos de capacidades como la coordinación y el equilibrio (p. 20).
     Por ello el desarrollo y mantenimiento de estas capacidades será la clave en la prevención de enfermedades y mejora de la salud y por ende tener una buena calidad de vida, que se traduce en mejorar la fatiga en nuestras actividades cotidianas, prevenir enfermedades producto del sedentarismo, disfrutar de actividades en el tiempo libre, potenciar la autoestima y relaciones sociales y mejorar las capacidades mentales.
    Dentro de las capacidades físicas coexiste el acondicionamiento muscular, principio básico que determina la sobrecarga y la resistencia progresiva, premisas a considerar en la organización sistemática dentro de la planificación de un plan de actividad física para el constructo de la salud integral y la vida activa.
     Rodríguez (1995), destaca que:
La sobrecarga es la fuerza y la resistencia de un músculo sólo se incrementa cuando el músculo se contrae durante un período de tiempo determinado a su máxima capacidad de fuerza o resistencia; es decir, con cargas  superiores a las que normalmente debe superar. Así, el músculo sólo mejora su capacidad funcional después de alcanzar un cierto grado de fatiga. El principio de resistencia progresiva establece que la resistencia que el músculo debe vencer para mejorar su capacidad funcional ha de ser aumentada progresivamente, al mejorar  éste su fuerza y su resistencia, hasta  alcanzar el grado de desarrollo deseado.
(p. 82)
     Con base a lo anterior Andrade y Pizarro (2007), describieron los principales efectos del ejercicio y la actividad física en la población adulta y adultos de la tercera edad, siendo los siguientes:
1.    Efectos Antropométricos y Neuromusculares: Control del peso corporal, disminución de la grasa corporal, aumento de la masa muscular, aumento de la masa magra, aumento de la fuerza muscular, aumento de la densidad ósea, fortalecimiento del tejido conectivo, aumento de la flexibilidad.
2.    Efectos Metabólicos: Aumento del volumen sistólico, disminución de la frecuencia cardiaca en reposo y en el trabajo sub-máximo, aumento de la potencia aeróbica (VO2 máx: 10-30%), aumento de la ventilación pulmonar, disminución de la presión arterial, mejora del perfil lipídico, mejora de la sensibilidad a la insulina y aumenta la taza metabólica de reposo.
3.    Efectos Psicológicos: Mejora del auto concepto, mejora de la autoestima, mejora de la imagen corporal, disminución del stress, ansiedad, tensión muscular e insomnio, disminución del consumo de medicamentos y mejora de las funciones cognitivas y socialización. (p. 78).
     La actividad física y el ejercicio físico de forma programada y sistemática contribuyen en la prevención de las recaídas por diferentes causas como; estados de ánimos,  agotamiento o enfermedades asociadas al metabolismo y sistema nervioso a consecuencia de la misma inactividad, por eso es importante que se realice dos o tres veces a la semana alguna actividad física de forma planificada y ordenada ya que conlleva a:
  1. Fortificar los músculos de las piernas y columna.
  2. Mejorar los reflejos.
  3. Incrementar la sinergia motora de las reacciones posturales.
  4. Fortalecer la velocidad de andar.
  5. Aumentar la flexibilidad.
  6. Estabilizar el peso corporal.
  7. Mejorar la movilidad articular.
  8. Reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
     Para completar estos argumentos se consideraron los aportes de Simard, Dampier, Dell y otros (1999) que establecieron una serie de beneficios para la salud relacionados con la actividad física; creando la siguiente estructura:
1.      Salud cardiovascular:
1.1  Mejora el desempeño miocárdico
1.2 Aumenta la capacidad diastólica máxima
1.3 Aumenta la capacidad de contracción del músculo cardíaco
1.4 Reduce las contracciones ventriculares prematuras
1.5 Mejora el perfil de lípidos sanguíneos
1.6 Aumenta la capacidad aeróbica
1.7 Reduce la presión sistólica y diastólica
1.7  Mejora la resistencia
2.      Obesidad:
1.2  Disminuye el tejido adiposo abdominal
1.3  Aumenta la masa muscular magra
1.4  Reduce el porcentaje de grasa corporal
3.      Lipoproteínas:
3.7  Reduce las lipoproteínas de baja densidad
3.8   Reduce el colesterol/lipoproteínas de muy baja densidad
3.9  Reduce los triglicéridos
3.10           Aumenta las lipoproteínas de alta densidad
4.      Intolerancia a la glucosa:
4.7   Aumenta la tolerancia a la glucosa
5.      Osteoporosis:
5.7  Retarda la declinación en la densidad mineral ósea
5.8  Aumenta la densidad ósea
6.      Bienestar psicológico:
6.7  Aumenta la secreción de beta-endorfinas
6.8  Mejora el bienestar y la felicidad percibidos
7.      Debilidad muscular:
7.7  Reduce el riesgo de discapacidad musculo esquelética
7.8  Mejora la fuerza y la flexibilidad
8.      Capacidad funcional:
8.7  Reduce el riesgo de caídas debido a un aumento en la fuerza, flexibilidad y equilibrio
8.8  Reduce el riesgo de fracturas
8.9  Disminuye el tiempo de reacción
8.10           Mantiene la perfusión cerebral y la cognición
     Desde otra perspectiva López (1995), vinculo la actividad física y su relación con la salud, siendo los siguientes:
  1. Disminuye el riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares.
  2. Previene y/o retrasa el desarrollo de Hipertensión arterial, y disminuye los valores de tensión arterial en hipertensos.
  3. Mejora el perfil de los lípidos en sangre (reduce los triglicéridos, el colesterol LDL y aumenta el colesterol HDL).
  4. Mejora la regulación de la glucemia y disminuye el riesgo de padecer Diabetes Mellitus tipo 2.
  5. Mejora la digestión y el ritmo intestinal.
  6. Disminuye el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.
  7. Incrementa la utilización de la grasa corporal y mejora el control del peso.
  8. Mejora la imagen personal.
  9. Mantiene y mejora la fuerza.
  10. Mejora la resistencia muscular, incrementando la capacidad funcional para realizar otras actividades físicas de la vida diaria.
  11. Mantiene la estructura y función de las articulaciones.
  12. Mejorar la calidad del sueño.
  13. Permite compartir una actividad con la familia y amigos.
  14. Ayuda a liberar tensiones y mejora el manejo del estrés.
  15. Ayuda a combatir y mejorar los síntomas de la ansiedad y la depresión.
  16. Aumenta el entusiasmo y el optimismo.
  17. Ayuda a combatir los factores (obesidad, hipertensión, hipercolesterolemia, etc.) que favorecen el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
  18. Disminuye el riesgo de caídas, ayuda a retrasar o prevenir las enfermedades crónicas y aquellas asociadas con el envejecimiento.
  19. Mejora su calidad de vida y aumenta su capacidad para vivir de forma independiente.
  20. Ayuda a controlar y mejorar la sintomatología y el pronóstico en numerosas enfermedades crónicas (Cardiopatía isquémica, Hipertensión arterial, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, Obesidad, Diabetes Mellitus Tipo Osteoporosis, entre 2, otros) (p. 576).
     Para Simard, Dampier, y Dell (1999) y López (1995), la relación que existe entre la actividad física, el ejercicio físico y la salud, es fomentar estas acciones y más aún en las personas adultas y de la tercera edad, donde existe mayor deterioro de la salud, por eso la calidad de la actividad física al igual que el ejercicio físico que se realice debe partir de la organización desde la capacidad física individual y respeto a los principios físicos que determinan la aplicabilidad, para de este modo minimizarlos niveles de sedentarismo en los individuos y optimizar notoriamente la salud integral.
     Jimeno y otros (2009), consideran que: “los programas de actividad física controlados y el entrenamiento físico en adultos y adultos de la tercera edad deben estar dirigidos a incrementar la capacidad funcional aeróbica y la fuerza muscular, además de mejorar la flexibilidad de las articulaciones”. (p. 20).
     En relación a la vinculación que existe entre la actividad física, la salud y la fuerza muscular, mejorar la fuerza y resistencia muscular como capacidad funcional indispensable, permite además de regenerar la musculatura corporal, mantener las capacidades funcionales que optimizan la calidad de vida.
     Con base en lo mismo Jimeno y otros (2009) establece que: 
La fuerza es la capacidad neuromuscular que se puede desarrollar a la largo de toda la vida, por esta razón es relevante el entrenamiento de la fuerza en adultos y adultos de tercera edad, puesto que ello permite prevenir cierto tipos de accidentes, evitando caídas a través de la mejoría de la estabilidad y de la fortaleza de los miembros inferiores y la columna, igualmente mejora la postura y logra mantener al adulto mayor más seguros. (p. 21).
     La actividad física y el desarrollo de las actitudes físicas mediante el ejercicio físico programado, sistematizado y cíclico permite no solo mejora considerablemente la salud integral de las personas, puesto que trae consigo beneficios fisiológicos, emocionales, espirituales y psicológicos que favorecen el estilo de vida, sino que disminuyen considerablemente los niveles de sedentarismo en la población adulta vulnerable.

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